• Bienvenid@
  • Mis libros
    • Capricho de Pelo Rojo
    • Tras la estela de Eros
  • Sobre mí
  • Cómprame
  • Blog y relatos eróticos

~ Lecturas latentes. Literatura erótica. Relatos para palpitar

Archivos de etiqueta: amor

Se hace el amor añejo

16 miércoles Jul 2014

Posted by mariettamuunlaw in Amor de viejos, Cuento Erótico, Relato erótico

≈ 8 comentarios

Etiquetas

amor, amor de viejos, amor eterno, romance, sexo y tercera edad

Tierno relato erótico de Marietta Muunlaw

Fotografía de Oskar Ostnes

–Gilberto.

–Hum –apenas sale un sonido gutural de su garganta.

–¿Recuerdas aquellos años en los que nos amábamos cada día, en cada lugar, durante horas? –dice Pepa con la vista perdida en el horizonte sin dejar de hacer su labor. Ya apenas ve, pero da igual, tantos años haciendo punto le han dado la maestría suficiente para que sus dedos continúen ágiles, capaces de tejer sin cesar.

–¿Cómo no voy a recordarlo? –contesta él sin inmutarse, recostado en el sillón de mimbre, con las manos cruzadas en el regazo. También mira al horizonte como quien mira el destino alejarse.

–¿Recuerdas aquellas noches eternas de verano en las que nos dejábamos la piel el uno sobre el otro?

–Claro.

–Y ¿Cuándo hacíamos el amor como salvajes pero en silencio para que los niños no se despertaran?

Él asiente levemente con la cabeza y ella continúa.

–Tenía que morderme en el brazo para no gemir –sus dedos arrugados paran un instante y su mente se pierde en un ayer remoto y reconfortante–. ¿Y aquel verano en el que lo hicimos cada atardecer bajo las palmeras de la cala de La Juntilla?

–¡Oh! Ya lo creo –Gilberto sonríe de medio lado– te movías como una gatita.

–Eras tú, que me embestías como un toro bravo con ese percebe siempre duro que te colgaba de las piernas.

–Ya no es más que una larva arrugada y diminuta –dice él sin pena, como si hablara de otra persona.

–Que si Pepa déjame darte placer, Pepa ven que te voy a llenar de amor, Pepa te voy a hacer otro hijo, Pepa por arriba, Pepa por abajo…

–Pepa por delante, Pepa por detrás –al viejo le sale una carcajada desde muy hondo y ella sonríe para adentro por el atrevimiento de su esposo.

–¡Qué tiempos! ¡Qué energía teníamos!

–Olías tan bien… como las flores recién abiertas.

–Ahora ya solo huelo a vieja.

–Ahora ya no tengo olfato, Pepa.

–Aunque no lo tengas, huelo a vieja.

–Y yo a viejo.

–Me gusta tu olor de viejo. Me acompaña.

Fotografía de Jorge Brivilati

–Como mis ronquidos –dejan que el silencio les acune los pensamientos durante un largo rato. Él prefiere callar pero sabe que su mujer no lo hará, que continuará masticando un dulce ayer como si fuera de chicle.

–Me has dado mucho placer, Gilberto.

–Nos lo hemos dado mutuamente.

–Durante años.

–Durante toda una vida.

Pasa un gato por la acera de enfrente, su silueta negra se recorta sobre el mar y ambos se quedan mirándolo, prefieren esperar a que se marche el intruso no sea que les oiga la conversación íntima.

–No hablábamos mucho pero nos hacíamos el amor –le recrimina ella.

–Sabes que soy hombre de pocas palabras.

–Nunca me dijiste que me querías –baja las manos dejando la labor sobre sus rodillas y lo mira con sus ojos velados–. ¿Por qué nunca me lo has dicho?

–No era necesario.

–¿Crees que no?

–No.

–Sí que lo era.

–No te lo he dicho con la voz, Pepa, pero te lo he tatuado con mi lengua sobre tu lengua cada vez que retozábamos juntos.

–Eso es cierto –ella suspira–. Has sido una bestia parda en la cama, Gilberto.

–Porque tú has sido una pantera fogosa que nunca me ha dicho que no.

Vuelven cada uno a sus recuerdos y se enfangan en ellos con deleite durante un rato. Sus vistas clavadas en el horizonte, sus cuerpos reposados y tranquilos. Pero a ella, cuando le da por hablar no hay quien la pare:

–Envejecer juntos…. Es una frase muy manida que parece que suena bien, pero desde esta perspectiva de los años ya no suena tan bien.

–Peor suena envejecer separados –de nuevo otro silencio que Pepa no rompe porque sabe de sobra que su esposo seguirá hablando–. O envejecer solos.

–Sí, eso es cierto –suspira de nuevo.

–¿Sabes qué, Pepa?

–¿Qué, Gilberto?

–Con tanto recuerdo se me ha despertado el percebe.

Una risilla juguetona sacude a la anciana. Ríe tapándose la mano con la boca como hacía de joven cada vez que las cosquillas se le instalaban entre las piernas.

No tienen que mirarse, ni que preguntarse. Ella deja las agujas de hacer punto a un lado y él se levanta despacio. Agarrándola de la mano, marchan sin prisa a la habitación.

Se desvisten despacio, se tocan con caricias lánguidas, se besan la piel arrugada con mesura, se miran por dentro y se sonríen con ese amor infinito que se ha cocinado a fuego lento durante miles de días. Esa tarde se aman con parsimonia y pasión contenida. Es curioso descubrir cómo cuando tenían todo el tiempo del mundo les acuciaba la prisa y, ahora que apenas les queda vida, nada les apresura.

La pasión de Gilberto continúa dura y enhiesta y la introduce en su esposa con lentitud, no sea que se les dañen los huesos en la batalla de viejas sábanas. Hacen el amor durante una hora y media, con templanza pero sin pausa, hasta que el placer les demuestra que hoy se aman como jamás se han amado. Se miran de frente mientras escuchaban cómo se aplacaba el ritmo de sus corazones cansados, más acelerados de lo conveniente a su edad.

En los ojos diminutos y casi ciegos de Pepa titila una pregunta que sus labios no se atreven a preguntar.

–Que sí, Pepa, que te amo. Te he amado siempre.

FIN

Si te ha gustado este cuento, puede que te guste TRAS LA ESTELA DE EROS.

3DBlog Tras la estela de Eros

Cumpliendo deseos

21 viernes Mar 2014

Posted by mariettamuunlaw in Literatura erótica, Relato erótico

≈ 1 comentario

Etiquetas

amor, Erótico, erotismo, lectura erótica, literatura erótica, pornografía literaria, relato erótico

 

Relato de Erica Jade

Medio desnuda. Sólo mi quimono corto de seda, el que tanto me gusta llevar en casa, y un pequeño tanga me cubren. Satisfecha. Saciada. Con una sonrisa de oreja a oreja porque aún le tengo en casa, y aunque cansado, sé que todavía está listo para algo más de este juego delicioso al que hemos estado jugando las últimas cuatro horas. Ha llegado después de semanas sin vernos con su misma actitud de siempre, pagado de sí mismo y con esa media sonrisa con la que parece estar guardando un secreto, algo que sólo él decide cuándo mostrar. Siempre me recuerda a un niño juguetón y codicioso que guarda su chocolatina favorita para decidir quién se merece compartirla.

Lo he dejado en la cama ronroneando, sin querer levantarse, perezoso, estirándose como un gato, y yo he puesto música tranquila que me resulta muy sensual y con la que a cada suave movimiento de mi cuerpo la seda me acaricia. Estoy preparando un batido de frutas que nos reponga del esfuerzo, pero mis sentidos están tan alerta que me olvido de lo que escucho sintiendo resbalar el zumo de los kiwis que tengo en las manos. Empiezo a cortar en pedacitos, despacio, para alargar la sensación del líquido resbalando entre mis dedos. Noto sus brazos alrededor de mi cintura y por encima de mi hombro le siento mirar lo que hago, cómo juego tocando la fruta y los regueros del zumo se deslizan bañando mi mano con riachuelos verdes.

Pintura erótica de Alexander Shubin

El sentirlo pegado a mí me llena de nuevo de esas emociones de las que mi cuerpo sigue bebiendo y disfrutando. La espera fue tan larga que la vibración corporal no termina de decrecer, se mantiene a un nivel que no somos capaces de disimular. Siento sus manos en mis caderas y su boca en mi cuello, intentando imitar con la lengua el efecto del zumo de la fruta en mis manos. Mi respiración se altera y siento mi boca abrirse, casi pidiendo en voz alta mientras cojo la sandía que tengo preparada. El zumo es rojo ahora, noto el líquido entre mis dedos, de nuevo, a la que vez que siento los suyos aflojando un poco el lazo y abriendo lo único que me cubre. Sus brazos me rodean de nuevo, pero esta vez cada una de sus manos se aventura hasta uno de mis pechos. Se posan, acarician, masajean, pellizcan y por un momento dejo mi tarea, me dejo caer sobre él apenas lo suficiente para volver a concentrarme en sentirle.

Se pega a mí y me giro buscando su boca. Vuelve a regalarme sus besos mordisqueando los labios y jugando un poco con su lengua. Aprovecho que está zalamero para jugar un poco con la fruta que tengo en las manos y meto un trocito de sandía entre nuestros labios. Los dos mordemos, hasta chupamos un poco intentando evitar el desperdicio del zumo pero no es posible y la risa se mezcla con las lenguas y la sandía. Me gira del todo y decide disfrutar del trozo de fruta que aún sostengo, aunque no sabría decir si en ese instante le gusta más la fruta o mi mano pues va lamiendo mis dedos, sujetándolos, mientras va deshaciendo la fruta en su boca y su lengua se encarga de limpiarme despacito, saboreando cada pequeña parcela de piel. Me ha buscado la mirada, esa mirada que me suele hipnotizar, con la que siempre consigue ponerme algo nerviosa, y que me reta esta vez.

Lee el relato completo aquí.

Jadeos en el tren

16 domingo Mar 2014

Posted by mariettamuunlaw in Cuento Erótico, Literatura erótica, Relato erótico

≈ 4 comentarios

Etiquetas

amor, amor fugaz, cuento erótico, encuentro casual, Erótico, erotismo, lectura erótica, literatura erótica, relato erótico, sexo en tren

De Marietta Muunlaw

Jadeando en el tren

Jadeando en el tren

Siempre me ha gustado el traqueteo del tren. Ese movimiento rítmico que se mete en el cuerpo y te acuna desde dentro. Me encanta apoyar la cabeza en la ventana y ver el mundo pasar, como si fuera el resto lo que se mueve, mientras tú permaneces inmóvil. Cuando viajo – especialmente en tren – mi mente también se desplaza para mostrarme nuevas historias que escribir.

Ese día se me mostró una muy clara y, por supuesto, me mojé. Había visto a un muchacho, bastante más joven que yo, esperando frente a mi a que llegara el tren. Era alto y fuerte, tenía pinta de deportista de gimnasio. Vestía de gris, ropas cómodas de algodón, y escuchaba música. Me miraba de reojo. Yo leía haciendo caso omiso, pero su boca de princesa de cuento, sonrosada, brillante y ávida, me llamó la atención.

Lo desnudé con la imaginación y pensé en lo mucho que podría enseñarle a ese yogurin, potente y sediento de sexo, las delicias que había aprendido en mis viajes  exóticos. Puedo oler la testosterona a kilómetros y ese chico la destilaba.

Allí, apoyada en la ventana del vagón cuatro, mi mente volvió a su cuerpo, a desnudarlo con parsimonia, a recorrer con mis manos blancas la musculatura de su espalda; con mi lengua su oreja; con mis labios su príapo duro como madera joven. Mi imaginación se quedó allí, arrodillada frente a él, agarrando con las uñas su trasero y apretándolo como masa compacta, atrayendo hacia la profundidad de mi boca su carne endurecida. Succioné con fuerza, él se dejaba hacer  – faltaría más, era mi ensoñación, – y se lamía los labios mientras sus ojos se cerraban mostrándome un gesto de placer absoluto.

Cuando noté que me estallaría paré, pretendía torturarlo, dejarle indefenso ante el placer inminente que no llegaría, no en ese momento. Pero no soy tan mala. Lo senté de un empujón en el asiento del tren. Me subí la falda hasta la las caderas y me desprendí del tanga negro, apenas una tira de tela y caro encaje.

Me senté sobre él dándole la espalda. Él introdujo sus manos grandes, de dedos gruesos bajo mi blusa y me acarició los pechos abundantes y pesados. Me pellizcó los pezones mientras restregaba mis pétalos húmedos contra la longitud de su tallo sin tenerlo aún dentro.

Sus manos abandonaron el escote y marcharon a la cintura, en la que se agarraron fuerte para elevarme como si no pesara nada. Con gran maestría me volvió a bajar sobre sí, encajando a la perfección su erección con mi hueco de los deseos. Me dejó caer y la gravedad hizo el resto. Un frenesí loco se apoderó de mí, que empecé a saltar sin mesura ni prudencia, sobre su órgano más potente. Gemíamos y de su boca emanaba un resuello cálido que me acariciaba el cuello cada vez que la penetración llegaba a su punto álgido.

Yo saltaba como poseída contra él y…

…

Puedes leer este relato completo en TRAS LA ESTELA DE EROS. Una recopilación de mis relatos más eróticos y sensuales que te harán palpitar.

¡A la venta el 12 de julio!

¿Repetimos?

07 viernes Mar 2014

Posted by mariettamuunlaw in Cuento Erótico, Literatura erótica, Relato erótico

≈ 2 comentarios

Etiquetas

amor, cuento erótico, Erótico, erotismo, lectura erótica, literatura erótica, relato erótico, sexo oral

Relato de @rgiskard1

Es de noche. Hace rato que la luz del sol nos abandonó y fue sustituida por esa oscuridad de la que somos cómplices, tan solo rota por el centelleo de unas velas que reflejan las sombras de tu figura, danzando en la pared de la habitación.

Hace un momento que dejaste deslizar tus ropas por tu cuerpo, cadenciosamente. Sin aspavientos. Te deleitabas mirando la lujuria reflejada en mis ojos, creciente a medida que desaparecía la tela que te cubría.

“Mira y no te muevas”.- me habías dicho. Y yo, obediente, permanecía inmóvil, notando cómo la excitación se iba apoderando de mi por momentos.

«De carne y sexo» pintura del chileno Christian Zamora Rojas

Te acercas despacio y te sientas sobre mis piernas. La tela del pantalón no impide que note tu incipiente humedad, y disimula de mala manera la erección que oculta. Cruzas los brazos alrededor de mi cuello y me susurras al oído “No me toques todavía”. Comienzas a besarme. Con besos cortos al principio. Besos livianos, casi frágiles, que me permiten degustar el sabor y el tacto de tus labios.

Mis manos permanecen estáticas, pero en estado de excitación. Tus pechos se pegan a los míos, permitiéndome gozar de su consistencia y tacto.

Los besos han traspasado la barrera de las bocas, y nuestras lenguas se enredan y desenredan en un bucle, alternándose con pequeños mordiscos y aprisionamiento de labios.

Haces resbalar tus brazos, hasta alcanzar mis manos y las llevas hacia tus nalgas. Las aprietas por encima y respondo agarrando tu culo.

Arqueas la cabeza, al tiempo que te aproximas más a mi, notando la verga que esconde el pantalón. Te mueves ligeramente a su alrededor, cuando mi boca se apodera de tu cuello y lo besa con lascivia y pasión.

Sujetas mi cabeza mientras vuelves a besar mi boca. Mis manos ascienden por tu cintura, con los pulgares hacia dentro, hasta llegar a la altura de tus senos. Juego a la vez con ellos y con tu espalda, gozando de la tersura de tu piel. Tus pezones se han endurecido al contacto con la yema del dedo, que los presiona y mueve en círculos.

Comienzas a desabrocharme la camisa. Tienes paciencia y te lo tomas con calma, dejando resbalar tus dedos por el vello corporal. Retiras la tela parcialmente, aprisionándome los brazos y limitando mis movimientos. Mis manos se sienten huérfanas de ti cuando desplazas tu lengua por mi cuello. Quisiera atraerte y abrazarte fuerte, pero no puedo si no ansiarte y gemir, hasta que, finalmente, me liberas de esa prisión, quintándome toda la camisa.

Te atrapo y vuelvo a besarte. Con una mano sujeto tu nuca. Con la otra acaricio, estrujo y aprisiono tu trasero. Notas mis dedos, buscando todo tipo de contacto. Moviéndose indistintamente por las nalgas, la espalda y los muslos.

Te desligas de mi beso, y buscas el cierre del pantalón. Bajas la cremallera y liberas mi falo, envolviéndolo con tus manos, que inician un suave movimiento longitudinal y ascendente.

Nos incorporamos y, como puedo, termino de desnudarme. Alejo tus manos del miembro y me arrodillo, dejando tu sexo sin protección frente a mi.

Comienzo a besar el pubis. Mis manos se pierden a tu espalda, atrayéndote. Mis primeros besos te hacen dar un respingo y separas tus piernas, permitiéndome avanzar. Mi lengua se desliza con gula, buscando tu clítoris, y paladeando el sabor de tu excitación.

Dejas la timidez a un lado y apoyas una pierna en la silla, dándome pleno acceso. Tus dedos se enroscan en mi pelo, masajeándolo y apretándome.

Juego con todo. Mis labios y mi lengua no dejan rincón sin explorar, a la vez que mis manos te magrean a discreción.

Se te acelera el pulso. Aumentan los gemidos. Tus caderas se mueven al ritmo que marca mi boca y tus manos aprisionan mi cabeza, hasta que finalmente explotas en un orgasmo embriagador. El olor de la cera de las velas, se mezcla con el aroma de tu placer.

Te recojo en brazos, y te tumbo sobre la cama, con las piernas sobresaliendo del colchón y alrededor de las mías. Te como con la vista, mientras permanezco de pie mostrándote toda mi masculinidad.  “Follame” – me dices mientras tu mirada me reta.

Entro en tu interior sin resistencia, y comienzo a moverme con ansia. Te deseo tanto y me he calentado hasta tal punto, que la pasión es irracional. Una de mis manos se dedica a tus senos. La otra eleva una pierna, incrementando la superficie de contacto, mientras mi pelvis se balancea acercándome y alejándome una y otra vez.

Aprietas tu interior, y noto como mi placer va en aumento. “Para”.- gimo.- “Aún no”, pero tú no haces caso de mis súplicas y te enroscas, y aprietas y me ofreces la boca, incorporándote, hasta que no aguanto más y me derramo en tu interior.

Permanecemos así, segundos que parecen horas y minutos que son años. Todavía dentro tuya, rodamos y quedamos en paralelo, disfrutando de los últimos estertores fálicos.

Nos besamos y nos acariciamos con ternura. Durante un largo rato el único lenguaje que se escucha es el de nuestros ojos.  Y el silencio solo se rompe cuando una voz dice “¿Repetimos?”

Si te ha gustado este relato, te gustará también: Tócala

La chica del pelo rojo

14 viernes Feb 2014

Posted by mariettamuunlaw in Relato erótico

≈ Deja un comentario

Etiquetas

amor, cuento erótico, relato erótico, romance

Stephen L. Haynes

Relato del escritor David Fouler

Síguelo en twitter

Su melena cubría toda la almohada, era irreal, flotaba sobre ella como si alguien la hubiese colocado así a propósito, ¿cómo puede algo ser tan hermoso? El capricho de las sábanas esquivas hacía intuir las líneas de su cuerpo desnudo. Mostraban tan sólo lo necesario para sentir como un regalo ese momento previo a que despertase.

Esa fue la primera vez que estuvimos juntos, desde entonces nunca pude olvidar el recuerdo de ese pelo rojo en contraste con su blanca piel, el misterio de esos labios perfectos que conservaban el carmín de la noche anterior y parecían inmunes a mis besos; como si durmiesen en la pureza de un sueño que yo no era capaz de manchar.

Los pómulos de la chica del pelo rojo son dos manzanas de las que nunca te ves saciado, ella lo sabe y se aprovecha de ello para pedirme cosas. ¿Quién no querría mordisquear esos pómulos eternamente?
Una cosa que me gusta de la chica del pelo rojo es que ella me besa los ojos, es extraño, nadie me había besado los ojos, a ella le gustan y cuando hacemos el amor me los besa. Y lo hace despacio, poniendo todo su ser en ello, como si besarme los ojos fuera la mayor prueba de amor.
Sigue leyendo …

Sinopsis de Capricho de Pelo Rojo

26 jueves Dic 2013

Posted by mariettamuunlaw in Novela erótica

≈ Deja un comentario

Etiquetas

amor, ebook, Erótico, erotismo, lectura erótica, libro, libro erótico, literatura erótica, misterio, novela erótica, porno, pornografía literaria, que leer, romance, sinopsis

La mansión de los condes de Peñáriel encierra, desde tiempos inmemoriales, misterios sobre pasiones, erotismo y perversión. Todos más allá del condado hablan de lo que allí sucede, pero pocos conocen realmente lo que ocurre en el interior de sus muros.

Melibea, una ingenua y joven muchacha de aldea, entra a servir como criada en el castillo Peñáriel, donde descubrirá los placeres del sexo y del amor, así como los sinsabores de una vida de arduo trabajo y servidumbre. Su belleza, singular y explosiva, la convierte en el objeto de deseo de varios de los habitantes de la mansión.

Capricho de Pelo Rojo es, ante todo, una historia de amor intenso y de descubrimiento del deseo carnal. Pero en esta novela también se entretejen, varias tramas de pasión, venganzas, romances y traición, que la hacen amena y muy, muy caliente.

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguirme y recibir nuevos relatos en tu correo electrónico.

Únete a otros 2.397 suscriptores

¡¡Novedad!!

¡Ya a la venta!

LÉELO

A la venta en Amazon

A la venta en Amazon

Sígueme en Twitter

Mis tuits

¿Nos vemos en Facebook?

¿Nos vemos en Facebook?

Blog de WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • mariettamuunlaw.com
    • Únete a 53 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • mariettamuunlaw.com
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...