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Relato erótico de Marietta Muunlaw.
(Va por ti, primo.)
Todos me decían que era una niña y por edad realmente lo era, pero yo me sentía una mujer. Mientras mis amigas de clase jugaban con muñecas y dormían con peluches, yo miraba a los hombres y soñaba que me arrullaban en sus brazos.
Por supuesto que no sabía nada de sexo, pero comenzaba a interesarme.
Por aquel entonces, mi primo, que me llevaba tres años, era mi mejor compañía, mucho más que la de mis hermanos. Congeniábamos y nos llevábamos bien. Además, vivía dos casas más allá y solíamos ir juntos al colegio y jugar en la calle.
Una soporífera tarde de aburrimiento decidí ir a buscarlo a su casa. Estaba solo viendo algo en la tele.
– ¿Qué estabas viendo? – le pregunté curiosa.
– Nada, una peli – contestó evasivo.
– ¿Qué peli? – insistí.
– Nada que pueda interesarte, cosas de chicos.
– Si es de chicos seguro que me interesa.
Conseguí engañarle y quitarle el mando del vídeo. Puse la película y logré entender que no quisiera contármelo. Estaba viendo una película porno, algo que yo ni siquiera sabía que existía. Me quedé con la boca abierta, llena de expectación ante las imágenes obscenas y adictivas que mostraba la pantalla.
– Haaaala – exclamé – déjame que la vea contigo.
– Mmmm – dudó, pero sabía lo testaruda que era – Bueno, vale, pero de esto ni una palabra a nadie ¿me entiendes? A nadie.
– Qué sí jolín, entiendo.
Yo por entonces creía que hacer el amor era meterse un hombre y una mujer entre las sábanas, restregarse y darse unos cuantos besitos, pero aquella película me abrió los ojos a un mundo apasionante.
En la tele se mostraba cómo la mujer le comía un pene descomunal a un hombre totalmente depilado. Me moría de la curiosidad y, como teníamos confianza, quise saciar mi curiosidad haciéndole preguntas a mi primo.
– Oye ¿tú la tienes así?
– ¿Así cómo?
– Así de grande y de pelada.
– ¡Qué va! Los actores porno siempre tienen una polla gigante, los tíos normales la tenemos más… normal. Además, a mi aún me tiene que crecer. Y pelada… no, pero tampoco tengo mucho pelo ahí, todavía.
– Oh ¿y qué le va a hacer ahora él?
– Le va a comer el conejo, a las tías parece que les gusta mucho, o eso parece en las pelis ¿Ves? Mira qué cara pone y cómo gime.
– Me están entrando cosquillas ahí – reconocí abiertamente con toda mi inocencia.
– Sí, a mi también – contestó él, también inocente.
– ¿Y ahora? ¿Qué hacen? – no me podía creer que lo que sucedía en la pantalla. El hombre metió su polla en el conejo de ella, era algo… totalmente nuevo para mi.
– Pues están follando, haciendo el amor, eso es lo que hacen los mayores por las noches.
– ¡Qué fuerte! ¿No?
– Les gusta mucho, debe estar guay.
– Sí, debe ser muy chulo. ¿Tú has hecho eso? – me parecía que sabía demasiado del tema.
– ¡Qué va! ¿Cómo voy a follar yo a mi edad? Eso es cosa de mayores, lo que pasa es que he visto la peli varias veces. Se la pillé a mi hermano, pero no digas nada ¿eh?
– Que noooo, pesado.
Me estaban entrando unas cosquillas tremendas entre las piernas, era algo radicalmente nuevo. Me dieron ganas de tocarme, pero me contuve. En el fondo deseaba ser yo la mujer de la pantalla, notar cómo me penetraba una polla así de grande y poner las mismas caras de placer que ponía la tipa. Fue cuando se me ocurrió la idea. Lo miré con mi cara de inventar trastadas y se lo pregunté.
– Oye ¿y si probamos nosotros?
– ¿Hacer… eso?
– Sí, no sé, por ver como es.
Vi cómo su cara se desfiguraba un poco, creo que se debatía entre si decirme que sí o que no. Estaba tanteando dentro de su mente si aquello estaba bien o mal. Le di otro empujoncito.
– Si no nos gusta a alguno de los dos pues lo dejamos y ya está. Parece que a esos de la peli les está molando un montón – le dije persuasiva.
– No sé tía, es que igual no está bien.
– ¿Qué hay de malo?
– Es que en mi clase no lo ha hecho nadie aún.
– Es que no tenemos que decírselo a nadie.
En ese momento de la película, el hombre penetraba con ansia a la mujer y las caras de ambos eran todo un poema de placer. A los primeros planos de las caras se le iban intercalando planos cortos de la penetración en sí: la polla saliendo y entrando del chocho mojado, así como el movimiento bamboleante de las tetas de ella con cada envestida.
Mi primo miraba la tele, luego a mi. Tiempo después supe que estaba casi tan excitado o más que yo.
– Venga vale, vamos a probar, pero si te hago daño paramos.
– Ok, o si te hago daño yo a ti.
Me quité las braguitas y me subí la falda del uniforme del colegio, dejando entrever mi pubis de bello incipiente. Él se quitó los pantalones y los calzoncillos y pude contemplar, por primera vez…
Puedes leer este relato completo en TRAS LA ESTELA DE EROS. Una recopilación de mis relatos más eróticos y sensuales que te hará palpitar.
Wow Marietta un relato totalmente fantástico me recordaste en cierto modo algunas experiencias vividas, acabo de encontrar tu página y la verdad me ha gustado.
Recibe un saludito muy cordial.
Me alegro muchísimo, habrá más… y ojalá te guste mi libro… en tan solo una semana ya está entre los más vendidos de Amazon España en su género… Está gustando bastente… un abrazo!